Se fue el titiritero, el que nos hizo reír con sus criaturas de trapo, el que nos regaló una infancia de fantasía y ternura.
Se fue José Luis Telecher, el padre de Carozo y Narizota, el hombre que nunca quiso salir en las fotos para no romper la magia. Se fue hace un rato en este extraño noviembre de 2023, a los 64 años, en su casa de Buenos Aires, rodeado de sus seres queridos y de sus muñecos.
No fue una muerte anunciada, ni una muerte esperada. Fue una muerte sorpresiva, como él, que siempre jugaba con el tiempo y el espacio, con lo real y la fantasía, con lo cómico y lo tierno.
Porque él fue el que inventó un mundo propio, un mundo donde los títeres tenían vida, personalidad, humor. Un mundo donde los pibes y los adultos podían compartir la misma alegría, la misma curiosidad, la misma inocencia.
La noticia fue confirmada por su hermana Patricia y también en las redes sociales oficiales de los personajes creados por el artista.
José Luis Telecher nació en Buenos Aires en 1959. Se crió en la localidad bonaerense de Caseros, partido de 3 de Febrero. Desde pequeño mostró su pasión por la literatura, el teatro y el cine, pero sobre todo por la televisión.
A los 9 años escribió su primera novela y algunos cuentos. A los 15 empezó a trabajar en la TV, sin cobrar, haciendo títeres con retazos de tela. A los 19 creó a Narizota, una garrapata beige que debutó en el programa El verano de los chicos, junto a las Trillizas de Oro y Pipo Pescador. Al año siguiente, nació Carozo, un perro azul y mofletudo que se convirtió en su compañero inseparable.
Desde entonces, Carozo y Narizota fueron protagonistas de varios programas de éxito, como El show de Carozo y Narizota, La granja de Carozo y Narizota, Carozo, Narizota y sus amigos, entre otros. También participaron en publicidades, películas, obras de teatro y eventos solidarios. Fueron ídolos de varias generaciones, que los seguían con admiración y cariño. Fueron parte de la historia de la televisión argentina, que los reconoció con premios y homenajes.
Las tardes de meriendas infantiles en los 70 y 80 con su frase “A tomar la leche, a comer galletitas” en un duelo que casi siempre terminaba con migas y gotas de café con leche o chocolatada regadas por la mesa y el piso.
Pero más allá de la fama que se encargó de reservar para sus creaciones y no para él, José Luis Telecher siempre fue fiel a su vocación, a su arte, a su estilo. Nunca dejó de hacer títeres, de mejorarlos, de cuidarlos. Nunca dejó de ser él mismo, un hombre sencillo, humilde, generoso. Nunca dejó de ser el titiritero, el que nos hizo reír con sus criaturas de trapo, el que nos regaló una infancia de fantasía y ternura.
En una entrevista, Telecher le contó al diario Los Andes de Mendoza: “Los domingos iba a presenciar el programa El tango del millón, me sentaba en la tribuna y soñaba. Veía los tachos, las luces y pensaba ‘cómo me gustaría ser iluminador’. A los días, observaba las cámaras y soñaba: ‘Cómo me gustaría ser camarógrafo’. Así me fui enamorando hasta que hablé con una titiritera que hizo de puente”.
“De cararrota le dije que yo hacía títeres en la escuela, pero era mentira. Me presentó a una productora y a los 15 empecé a a trabajar sin cobrar”. “Pasó un año y medio hasta que me pagaron”. Su primera gran obra artística: una criatura confeccionada con una esponja, Don Sapo. El anfibio irrumpió en 1974 en el programa El Bochinche, que conducía Laura Escalada.
El paso siguiente fue emigrar a Canal 13. Una compañera de su hermana, empleada de una fábrica de abrigos, le obsequió retazos de corderito y la tela tomó forma de perro. De este modo nacieron Cachorro y Felicidad, los canes de Julieta Magaña. El emprendimiento familiar tenía poderosa forma de juego. Con 14 años, recibía la ayuda de su hermana Patricia, de 11 y del hermano menor, de 10. La magia recorrería más estaciones hasta el gran boom de Carozo y Narizota.
Bastante más adelante en el tiempo sin duda el más querido personaje fue Pepe Pompín. El conejo empezó a princicios de los 2000 en Desayuno, el informativo matutino que conducía Víctor Hugo Morales en la televisión pública, y actualmente era parte de Socios del Espectáculo.
Como curiosidad, no es posible encontrar fotos suyas por un simple motivo: para preservar la magia de sus personajes, nunca quiso que le sacaran una foto. La única vez que se lo vio fue en un programa de Gerardo Sofovich cuando lo sorprendió al aire y le pidió en La Noche del Domingo que se levante, tras otra de sus creaciones inolvidables: «Totón».
Hoy, al despedirlo, solo podemos decirle gracias. Gracias por todo lo que nos diste, por todo lo que nos enseñaste, por todo lo que nos inspiraste. Gracias por ser parte de nuestra vida, de nuestra memoria, de nuestro corazón. Gracias por ser José Luis Telecher, el padre de Carozo y Narizota, el hombre que nunca quiso salir en las fotos para no romper la magia.
Persona inolvidable,
Artista Genial.
Parte Fundamental de La Historia de la Televisión Linda.
Gracias por Siempre,
José Luis Telecher ❤@carozo_narizota @pompin_original pic.twitter.com/lomrfziCbu— Farfán Televisión (@farfantv) November 27, 2023