En septiembre de 1984, el músico rosarino, que por entonces tenía 21 años, presentaba su primer disco. Recién alejado de la banda de Baglietto y flamante tecladista de Charly García, Fito compuso un puñado de canciones que daban cuenta de un talento sin techo.
“Nací en el 63”. Lo primero que nos dice Fito Páez es un dato duro de su biografía. Acaso una redundancia, si tomamos en cuenta el título del disco en cuestión: “Del 63”. Es él otra vez diciéndonos de dónde viene.
El debut solista del rosarino, del que se cumplen 40 años, funciona como una carta de presentación no tanto artística, pues ya se sabía de su talento como tecladista y compositor de la banda de Juan Carlos Baglietto, sino de vida.
Poco se sabía de ese talentoso pibe que había escrito las mejores letras de la Trova Rosarina. Poco y nada por cierto. Hoy, con internet, habría sido diferente: bastaba con guglearlo. Pero allá lejos, en el 83, no había tal posibilidad. Por eso, él mismo se encargo de contarlo.
“Del 63”, el tema que abre el disco homónimo, es un relato en primera persona de un chico de apenas 21 años que necesitaba decir quién era, de dónde venía y, sobre todo, qué pensaba. Pero “Del 63”, ahora el disco, ofrece bastante más que esa mirada fresca, pero también ciertamente naif que ofrece esa primera canción.
Inmediatamente después, aparece “Tres agujas”, una composición densa que se anticipa al menos cinco años, pues bien pudo ser parte de “Ey!”, editado en 1988. Lo mismo para “Cuervos en casa”. ¿Cómo era posible que un pibe de 21 años fuera capaz de escribir unas letras y unas músicas tan complejas y oscuras?
Fito era, siempre lo fue, un talento en potencia que necesitaba convertirse en un talento poderoso. Por eso, su salida de la banda de Juan Carlos Baglietto, de la que formaba parte desde 1981, era una cuestión de tiempo. Compositor de hits tales como “La vida es una moneda” y “Actuar para vivir” , en 1983 fue reclutado por Charly García para la gira presentación de “Clics modernos”, en reemplazo de Andrés Calamaro.
Con un pie y medio afuera de la banda de Baglietto, Fito comenzó a trabajar en su propio disco solista. De hecho, la composición de “Del 63” sucedió durante los ensayos con la banda de Baglietto y fue estrenada en algunos shows del propio Baglietto. Yla misma noche en que Fito le avisó que iba a dejar la banda, Charly le ofrecía sumarse a la suya.
A fines de 1983, Páez decidió hacer lo suyo de una buena vez. Formó una banda con su amigo rosarino Fabián Gallardo en guitarras; César Franov, en bajo eléctrico y teclados; y el Tuerto Wirzt, en batería y se encerró en los Estudios Panda con Mario Breuer como técnico.
En una entrevista para la revista Humor, de junio de 1984, la periodista Gloria Guerrero le preguntó qué le parecía el disco: “Es flojo”, le respondía para sorpresa de la cronista. El disco le parecía bueno en lo compositivo, pero que no le gustaban algunas cuestiones técnicas: “El disco me gusta, es lindo, pero hay un par de cosas ‘raras’ en la producción, hay algunas voces que están mal no en afinación sino en volumen. Lo que sí rescato es la composición y lo musical”.
Y es cierto: el volumen del disco es bajísimo y la composición, muy alta. “Del 63” tiene los estilos que Fito visitará a lo largo de su carrera: la bossanova, el folklore, ciertos arreglos latinos y el rock.
Un arte de tapa emblemático, que representa una época: un Fito flaco, de pelo largo, con una musculosa japonesa, posa en el baño con un teclado cerca. Un muchacho de 21 años cargado de ilusiones, de música en la cabeza.
“Del 63” es, más allá del sonido, el mejor debut discográfico que Fito pudo tener en el momento en que sucedió, desde el punto de vista creativo y técnico. En sus letras, Fito se muestra fresco y optimista, sí, pero con la guardia atenta, como si sospechara lo que vendría. Y seguro que sí lo sospechaba.
Músicos
- Fito Páez: voz principal y coros, sintetizadores, guitarra y piano eléctrico
- Fabián Gallardo: guitarra principal, sintetizadores y coros
- César Franov: bajo
- Tuerto Wirzt: batería
Músicos invitados
- Oscar Feldman: saxofón en «Sable chino»
- Daniel Melingo: saxofón en «Cuervos en casa»
- Carlos «Negro» García López: guitarra en «Del 63»
- Rubén Goldín: coros en «Canción sobre canción», voz en «Viejo mundo» y «Un rosarino en Budapest»
Datos técnicos
- Grabado en Estudios Panda (Buenos Aires) de Miguel Krochikc
- Técnico de grabación: Mario Breuer
- Técnico de corte: Nano Suárez
- Foto portada: Andy Cherniavsky
- Diseño gráfico: Rodolfo Ochambela
- Dirección artística: Jorge C. Portunato