En la previa de una reunión de Consejo Directivo en la que podría definirse un plan de lucha frente al plan de ajuste del presidente Javier Milei, la cúpula de la CGT asistió, por primera vez, a una convocatoria a la Casa Rosada.
El Poder Ejecutivo puso como interlocutores al ministro de Interior, Guillermo Francos, y el jefe de Gabinete, Nicolás Posse; mientras que la central obrera sentó a la mesa a dos de sus triunviros Héctor Daer y Carlos Acuña; y el secretario general del Camioneros, Hugo Moyano; tomó el lugar de su hijo Pablo, triunviro en enfrentamiento abierto con el Gobierno.
En una reunión de dos horas y media que se desarrolló en Balcarce 50, la cúpula de la CGT la completaron el titular de UPCN, Andrés Rodríguez, y el secretario general del sindicato de Obras Sanitarias, José Luis Lingeri. Estos últimos dos dirigentes llegaron a la reunión en medio de la ola de despidos de empleados públicos nacionales y las negociaciones por las privatizaciones en la nueva Ley Ómnibus.
Pablo Moyano, secretario adjunto de Camioneros, había adelantado que no asistiría a la reunión a la espera de que el Gobierno homologue el acuerdo paritaria que se alcanzó con las cámara empresariales; y que el ministro de Economía, Luis Caputo, salió a vetar por estar por encima de la inflación. Camioneros tendrá mañana su congreso nacional en el que podría definir un paro nacional, más allá de lo que defina la CGT horas más tarde.
Entre los temas que se analizaron, se incluyó la brutal pérdida de poder adquisitivo y de puestos de trabajo, la reforma laboral que también está incluida en la nueva versión de la Ley Ómnibus –la CGT tiene un grupo destinado a seguir esas negociaciones en el Congreso, en la que podrían aceptar algunos puntos– y el segundo paro general que los gremios analizan contra las políticas de Milei.
El Gobierno decidió convocar sorpresivamente a la CGT a una primera mesa de diálogo, que no se había llegado a concretar antes de la firma del DNU 70/2023, que en diciembre apuntó contra las bases de la Ley de Contratos de Trabajo y detonó la relación. Hasta el momento, la central obrera puso un freno a la reforma laboral contenida en el megadecreto de Milei al conseguir la suspensión de esa capítulo por parte del Poder Judicial y también fue parte importante de las negociaciones que llevaron a su rechazo en la Cámara de Senadores.
Poco antes del encuentro, la CGT dio a conocer un documento titulado «Agenda para un nuevo contrato social». En ese texto de 13 páginas se puso de manifiesto la disposición de la central sindical a discutir cambios acotados a la legislación para tener un régimen laboral moderno», que no «lesione los derechos conquistados por los trabajadores argentinos».
La CGT señaló en ese documento que «asumiendo el concepto de que el trabajo hace a la dignidad de la persona y su hábitat familiar, avanzar hacia una legislación laboral adecuada a las características de la sociedad actual con sus nuevos derechos, que contemple los paradigmas tecnológicos y la capacitación técnica que demanda, afirmando a su vez los Convenios Colectivos por actividad como herramienta indispensable para ese cambio».
La cúpula cegetista llegó a la reunión con Francos y Posse sin tener claros los interlocutores, ya que se esperaba la presencia de la Ministra de Capital Humano, Sandra Petovello, y no la de Posse. Petovello mantuvo las puertas de su ministerio cerradas este mediodía cuando las organizaciones sociales se movilizaron para exigir que restablezca la asistencia a los comedores populares. La respuesta fue represión de la mano del protocolo antipiquetes de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y su para de la ciudad Waldo Wolf.
La reunión también estuvo cruzada por la tensión puesta en la negociación de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) que no alcanzó un acuerdo en la audiencia convocada por la Secretaria de Trabajo con las cámaras empresarias, que se negaron a pagar los aumentos acordados. «Los trabajadores van a estar en las empresas. En aquella empresa que pague el acuerdo salarial firmado van a salir a trabajar», advirtió el vocero de la UTA, Mario Caligari.