La banda Zas se caracterizó siempre por su evolución, por eso las diferentes etapas por las que pasó fueron marcadamente diferentes. «Tengo que parar», el tercer disco del grupo publicado el 8 de marzo de 1984, ratifica esta característica.
«Este disco es totalmente diferente, y aunque eso parece un lugar común, creo que me tienen que creer, ya que siempre hemos demostrado cambiar», dijo Miguel Mateos, alma máter del grupo y compositor de todas las canciones en una entrevista con la revista Pelo.
«Básicamente, yo utilizo mucho más los teclados que en [el anterior álbum] ‘Huevos’, que era más bien un disco de guitarras. También hay un uso de la percusión mucho más acentuado y mucha programación de computadoras: usamos simons, emulators y secuenciadores», agregó en el número 217 de la recordada publicación rockera.
Esas son las diferencias en cuanto a sonido e instrumentación, pero hay, también, cambios en lo que hace a la música.
«Hay un trabajo importante de melodización. Teníamos que hacer un disco melódico, pero no en el sentido del género ‘melódico’, sino porque está basamentado todo en melodías. Mi intención fue fundamentar mi trabajo en eso, pero no en lo estrictamente cantado, sino en la melodización de todos los arreglos. En la melodización, incluso, de la batería», explicó Mateos.
En lo que hace a las letras, existe una variación temática con respecto a «Huevos». Aquel disco, que se caracterizó por tener letras fuertes, mostró una poesía realista, concreta y visual, la misma que utiliza Miguel Mateos en «Tengo que parar».
«No hay una marcada diferencia en las letras. Creo que he empezado a generar un lenguaje, y sigo con él. Lo que sí hay es una evolución», dijo Miguel.
Su hermano, el baterista Alejandro Mateos, agregó: «La cuestión visual en las letras de Miguel siempre se mantiene. Hay diferencias en la temática; ‘Huevos’ fue un disco muy fuerte por la época en que salió. Este se basa en otro tipo de cosas: la energía, el amor. Pienso que esto hace a este disco más compacto».
El otro cambio, siguiendo la comparación de «Tengo que parar» con su predecesor, es el de los músicos. Este fue grabado con el guitarrista Eduardo «Chino» Sanz y el bajista Raúl Chevalier, que remplazaron a Pablo Guyot y Fernando Lupano, respectivamente.
Como músicos invitados participaron León Gieco (armónica en «Dámelo, nena dámelo») y Oscar Kreimer (saxo soprano, alto y tenor en «Tirá para arriba» y «Chico marginado» y clarinete en «Ana, la dulce»).
Otro detalle importante es que, terminada la grabación, Miguel Mateos viajó a Nueva York, donde, en los míticos estudios Sterling Sound, se realizó el corte del álbum.
«Va a ser un disco grabado en Floresta y cortado en Nueva York», anticipó Miguel. «Lo va cortar Ted Jensen, que es uno de los capos máximos del corte. Corta a los Rolling Stones, a Billy Joel, a The Clash, y a otros negros. También hizo el corte del último disco de Charly García«.
El álbum fue el primer acreditado abiertamente a Miguel Mateos – Zas. El debut homónimo fue acreditado a Zas, mientras que «Huevos» mostró una incongruencia, ya que en la portada y en la contratapa aparece el nombre de Miguel Mateos – Zas, pero en las etiquetas del LP se lee simplemente Zas.
«Tengo que parar» incluye muchas canciones que lograron una importante rotación de las radios en su momento, como «Bulldog», «Chico marginado» y «Ana, la dulce», y otras que se han convertido en verdaderos clásicos del rock argentino, como la que la da título y, en particular, el megaéxito «Tirá para arriba», que recien al año siguiente, en el disco en vivo «Rockas Vivas», tuvo su explosión masiva.