En una compulsa muy reñida, las demoras en el último tramo del escrutinio provisorio dilataron la definición en la elección por la sucesión de Juan Schiaretti. A las 2 de la madrugada de este lunes Martín Llaryora se adjudicó el triunfo. Una hora antes, Luis Juez habían salido a anunciar que esperará el recuento definitivo para conocer «hasta el último voto».
En un duelo polarizado y fuertemente nacionalizado que derivó en un escrutinio infartante y demorado por problemas de conectividad en las escuelas, pasadas las 2.15 de la madrugada del este lunes el candidato a gobernador de la oficialista Hacemos Unidos por Córdoba, Martín Llaryora, aventajaba ajustadamente por 2,95 puntos a la espada de Juntos por el Cambio, el senador nacional Luis Juez, en la elección para definir la sucesión del peronista no kirchnerista Juan Schiaretti. La fórmula del exFdT, en tanto, marchaba sexta, en durísimo revés.
Escrutado el 90,22% de las mesas, la dupla del intendente capitalino Llaryora y la radical díscola Miryan Prunotto obtenía el 42,71% de los votos, sobre el 39,76% de la fórmula de JxC, integrada por Juez (Frente Cívico) y por el diputado nacional y titular de la UCR provincial, Marcos Carasso (del riñón de Mario Negri).
Muy lejos, en tercer lugar se ubicaba Encuentro Vecinal Córdoba, con Aurelio García Elorrio, con el 3%.
La Libertad Avanza, que postula Agustin Spaccessi, aunque sin el apoyo abierto de Javier Milei, aparecía cuarto, con el 2,50%. Quinto marchaba el FIT-U, con Liliana Olivero, con el 2,36%.
Y recién en el sexto escalón marchaba la fórmula del exFdT, que a diferencia de 2019 esta vez sí tuvo candidato a gobernador. Con el sello de Creo en Córdoba de Todos, el tándem del intendente de Embalse, Federico Alesandri (del sector del vicepresidente del Banco Nación, Carlos Caserio) y la diputada nacional camporista Gabriela Estévez, auspiciada por Cristina de Kirchner, obtenía a esta altura del escrutinio el 2,19%, en la peor elección a gobernador del kirchnerismo en Córdoba en una provincia con largo historial electoral adverso.
La participación fue baja: rondó el 68%, lo que favoreció al oficialismo.