Las pistolas y fusiles semiautomáticos de origen turco, por un valor de $10 millones, estaban ocultos en los paneles y doble fondo de un auto. El conductor podría enfrentar una pena de 4 a 12 años de prisión.

La Dirección General de Aduanas evitó el contrabando de armas de guerra en la zona de la triple frontera. Los agentes especializados secuestraron 12 pistolas y fusiles semiautomáticos de origen turco, los cuales se encontraban ocultos en un vehículo que ingresó a la Argentina proveniente de Paraguay.

El procedimiento, que se realizó en el Paso Fronterizo Internacional Posadas-Encarnación, comenzó como un control de rutina. Un ciudadano argentino que conducía un Ford Ka se presentó en la cabecera argentina del Puente Internacional San Roque González de Santa Cruz para ingresar al país.

Al hacerle las preguntas habituales, los agentes notaron que el hombre se mostraba ansioso y evasivo, con un nivel de nerviosismo que les llamó la atención. El conductor manifestó insistentemente que no tenía nada para declarar y aseguró que era residente de la zona.

Durante la inspección del auto, el personal de Aduanas detectó que presentaba reparaciones recientes y que el sector del baúl no coincidía con el modelo original, por lo que decidieron someterlo a rayos X. Allí el escáner mostró un doble fondo ubicado en la parte trasera y disimulado con el paragolpes.

También se detectaron formas extrañas en los paneles laterales del Ford Ka, lo que indicó a los agentes que el hombre llevaba mercaderías sin declarar. Cuando el Juzgado Federal de Posadas autorizó el desarmado del vehículo, descubrieron que se trataba de 12 armas de guerra de origen turco.

El arsenal incluía siete fusiles semiautomáticos calibre 12 mm, marca DERYA VR90; un fusil semiautomático calibre 223 mm, y cuatro pistolas automáticas calibre 9 mm. El valor total supera los $10 millones, aunque esta cifra puede crecer considerablemente en el mercado negro.

El conductor del auto quedó detenido e incomunicado por contrabando de armas y podría enfrentar una pena de 4 a 12 años de prisión. A partir de sus dichos, se cree que las armas ingresaron a la Argentina en tránsito y que tenían Brasil como destino final, una ruta utilizada por los delincuentes.